Julio César
Pulido Puerto*
Jefe de
Planeación del Jardín Botánico de Bogotá
Desde
la década de los setenta, en el siglo pasado, el concepto de sustentabilidad ha
tomado un lugar preponderante entre los objetivos de los Estados y los sectores
productivos; hoy resulta casi impensable dirigirnos hacia los ciudadanos y
ciudadanas, clientes, proveedores, electores o socios sin involucrar los temas
ambientales.
Esta
creciente preocupación por frenar los impactos va de la mano con el
fortalecimiento de nuestro compromiso con el mejoramiento del ambiente, de tal
forma que podamos brindarles a las futuras generaciones una promesa de calidad
de vida salvaguardando su patrimonio ambiental.
Garantizar
la anhelada sustentabilidad es asunto de todos y cada uno de nosotros y,
especialmente, de los sectores productivos por el gran efecto multiplicador que
hay tras cada una de sus acciones. Las estrategias que se desarrollen deben dar
cuenta de la integración entre la conservación del ambiente y el desarrollo
mismo en términos productivos de los sectores con el propósito de que las
acciones sean concretas, medibles y posibles.
La
ganadería es uno de estos sectores, con grandes retos y oportunidades. Para
todos es sabido que en conjunto con la agricultura ha sido un hito en la
historia de las civilizaciones; simboliza el paso de la economía de recolección
de nuestros antepasados nómadas a una economía productiva, es la puerta de
entrada a la planeación del territorio en forma consiente por parte del hombre
con fines de abastecimiento, consumo y comercialización, por tal motivo, la
expectativa que se genera en torno de los cambios que debe liderar son de
dimensiones históricas.
Dentro de los principales problemas por
resolver, que se deben convertir en oportunidades, se encuentra la generación
de gases efecto invernadero. No es extraño ver los estudios que muestran cifras
donde la generación es mayor que la del sector transporte medidos en
equivalencia de CO2; entre estos gases se encuentra el óxido nitroso
proveniente del estiércol, gas metano, producido por la digestión
y el amoniaco; y la afectaciones sobre la oferta de los suelos derivada de la
potrerización, que conlleva la tala de los bosques y los daños asociados a los
terrenos en términos de sobrepastoreo, compactación, erosión y contaminación de
las aguas.
El
reto de integrar protección ambiental y ganadería pasa por el reconocimiento de
sus impactos negativos al ambiente, pero también por reconocer la importancia
de un sector que se estima es el de mayor crecimiento de las actividades
agrícolas, del cual subsisten alrededor de 1.300 millones de personas y
constituye alrededor del 40 por ciento de la producción agrícola mundial.
La
articulación de una estrategia de sustentabilidad de la actividad, debe
conjugar al menos tres aspectos fundamentales: la calidad ambiental, la mitigación
de la pobreza y el desarrollo territorial. Estas acciones se concretizan en
frenar el uso de los bosques naturales para las labores de la ganadería, uso
sostenible de los recursos naturales, articular estrategias de conservación de
la biodiversidad, garantizar la conectividad ecosistémica de las zonas de
influencia directa, establecer mecanismos de pago por servicios ambientales,
inclusión social en el desarrollo productivo del sector y articulación con
actividades complementarias que generen valor agregado a las estrategias de
conservación.
Estas
acciones deben ser parte de una política decidida para el desarrollo de
modelos silvopastoriles que involucre un
manejo de suelos más sostenible en términos técnicos mediante el incremento de
su potencial productivo a través de la inclusión y combinación de cultivos
(herbáceos y/o forrajeros), especies arbóreas / forestales y animales. Todo
esto complementado con el desarrollo de buenas prácticas compatibles con el
medio ambiente y con las culturales de las poblaciones locales, generando una
interacción ambiental, económica y cultural beneficiosa para el territorio.
El
desarrollo sustentable del sector está, hoy más que nunca, de la mano con el
fortalecimiento mismo de la actividad y tiene la posibilidad de ser facto
generador de cambios, tan profundos para el modelo económico como los que se
generaron el día que el hombre aprendió a domesticar los animales, cambios que
integran la protección del ambiente como un valor mismo de las prácticas productivas.
* Ing Químico CMg Medio Ambiente y Desarrollo
con énfasis en gestión ambienta
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