Por Raúl Rojas Cortés
Zootecnista
U.N.
Gerente Técnico de Forrajes.
Compañía Agroindustrial de Semillas.
En anteriores artículos se han tratado los
temas referentes al establecimiento de una pradera y calidad de semillas con el
propósito de lograr el éxito de la siembra. Una vez realizado el
establecimiento, se debe seguir manejando el forraje como un cultivo para
lograr el objetivo principal de este, que es el de obtener la máxima rentabilidad
de la explotación ganadera. Para esto, se debe contar con un alto volumen de
forraje de excelente calidad y una buena duración a través del tiempo. Por
tanto, en este artículo se mencionarán algunas pautas de manejo dirigidas a
maximizar la producción forrajera.
Análisis de
la finca y selección adecuada del forraje
Antes de hablar de las pautas de manejo hay
que tener en cuenta cuáles son las principales causas de degradación de
praderas en Colombia y entender que estas afectan notablemente la rentabilidad
de las explotaciones ganaderas cuando presentan disminución en el número de plantas
forrajeras establecidas y un aumento en las plantas no deseadas (arvenses o
malezas).
A continuación se describen algunos de los
factores que generan reducción en la producción forrajera tanto en cantidad como
en calidad, y que afectan los parámetros zootécnicos de la finca como las
ganancias diarias de peso o la producción de leche de los animales:
Escogencia
errada del material forrajero.
Malas
prácticas del pastoreo (alta carga
animal, subpastoreo,
sobrepastoreo).
Invasión
por plantas dañinas o malezas.
Falta o inadecuada
fertilización.
Compactación
del suelo: baja infiltración del agua.
Ataque de
insectos plaga.
Para evitar estos procesos de degradación en
las praderas se debe hacer uso adecuado de las mismas, analizando cada uno de
los factores mencionados anteriormente y entendiendo en primer lugar que “el
pasto maravilla no existe”, que todos los pastos funcionan dependiendo de las
características de la finca y el uso que se le vaya a dar al mismo.
Por esta razón el mejor pasto es aquel que se
adapta a las condiciones tanto de la finca como del tipo de explotación que se
va a realizar, por eso no se debe escoger el material forrajero porque está de
moda, porque en otras ganaderías lo han
usado con buenos resultados o porque nutricionalmente es el de mejor calidad. Cuando
se va a realizar la escogencia del material forrajero es importante tener en
cuenta los siguientes ítems en la finca:
Ubicación y topografía.
Tipos de suelos.
Índice
de pluviosidad en la zona.
Existencia de riego.
Características del terreno (seco o húmedo).
Temperatura de la finca.
Propósito de la explotación.
Tipos
de forraje existentes.
Además de lo anterior hay que informarse
acerca de las características de manejo del material escogido, establecer el
uso que se le va a dar (corte o pastoreo), conocer el potencial de producción y, finalmente, verificar la calidad
nutricional, esto con el propósito de establecer si es necesario
realizar suplementación con algún tipo de sal mineralizada específica o con suplementos
proteicos o energéticos.
FACTORES EN
LA PRODUCCIÓN DE
LAS PLANTAS FORRAJERAS
Son muchos los factores implicados en la
producción de las plantas forrajeras, entre
los más importantes tenemos: humedad del
suelo, capacidad fotosintética de las hojas, luz solar, nivel de fertilidad del
suelo, estructura de la planta, etapas
de crecimiento, distribución de la producción del forraje a lo largo del
año, efecto sobre la carga animal, altura del forraje para la entrada y
salida de los animales, edad del primer pastoreo, periodo de rotación, e intensidad
del pastoreo. A continuación se profundizará en algunos de estos.
Estructura
de las plantas
Para empezar, es necesario recalcar la importancia
de la intensidad del pastoreo debido a que dependiendo de la altura, va a
afectar la estructura de la planta y además porque de este depende el
crecimiento de las plantas después del consumo de forraje por parte de los
animales.
Figura
1: Estructura de una gramínea
Fuente:
Marangatu Sementes
Generalmente, las gramíneas tienen una
estructura muy similar como se observa en la figura anterior (Figura 1), y cada
una de sus partes es fundamental, pero el punto más importante en pastoreo es
el meristema apical porque este es el responsable del crecimiento vegetativo de
las plantas. En la medida que los animales consuman este punto, la recuperación
del material va a ser muy lenta y se va a necesitar de mucho tiempo porque es
prácticamente como si la planta volviera a nacer, ya que tiene que volver a
formar su meristema apical y reanudar la producción de tejidos de hojas, pero
como los animales tienen que entrar de nuevo a los 30-50 días (dependiendo del
forraje y la rotación), no va a tener el tiempo suficiente para recuperarse,
produciendo un agotamiento en la planta que dificulta la competencia con las
malezas. Si pasa esto, los potreros son invadidos fácilmente por estas arvenses
y se acorta la vida útil del material establecido.
Dependiendo de la gramínea el Meristema
Apical se encuentra situado a diferente
altura (Foto 1).
Foto 1: La altura del punto de crecimiento
difiere dependiendo del material.Fuente: Marangatu Sementes
Como se observa en la foto no es lo mismo la
intensidad del pastoreo que se le debe realizar a una brachiaria que a una
guinea y por esta razón se debe conocer la altura de corte ideal tanto para la
entrada como para la salida de los animales que difiere entre los diferentes
materiales forrajeros usados en la ganadería.
INTENSIDAD
DEL PASTOREO: este es el grado de defoliación de la pastura por parte
de los animales, o bien, es la altura de pastoreo o corte (remanente) que
realizan los animales en pastoreo. Este parámetro incide en la producción
forrajera ya que en la medida que se hace un sobre o subpastoreo se va a afectar el desarrollo del material.
ETAPAS DE
CRECIMIENTO
Este es otro factor imprescindible en el
manejo de un forraje, pues a pesar de que las etapas de vida en las gramíneas
son similares, la duración de cada una difiere, afectando los periodos de
rotación, por esto se debe tener la información del ciclo de vida del forraje que
se va a establecer para así ajustar la rotación en la finca y de esta manera no
afectar la vida útil del pasto.
Son muchos los factores
implicados en la producción de las plantas forrajeras, entre los más importantes tenemos:
humedad del suelo, capacidad
fotosintética de las hojas, luz solar,
nivel de fertilidad del suelo, estructura de la planta
Figura 1:
Etapas de crecimiento de una gramínea
Fuente:
Marangatu Sementes
Estados de
la planta: son dos periodos:
Estado
Vegetativo: en este hay producción de hojas y se origina el ahijamiento de la
planta.
Estado
Reproductivo: este, a su vez, tiene varias etapas:
·
Elongación del tallo o prefloración: en esta
etapa los tallos se engrosan y se inicia la formación de la inflorescencia,
este es el momento ideal para que los animales puedan pastorear la gramínea, ya
que la calidad nutricional es alta.
·
Inflorescencia: en esta etapa ya hay
producción de espigas y es demasiado tarde para pastorear, pues se comienza a
disminuir la calidad nutricional.
·
Floración completa: aquí hay surgimiento de
semillas y es el final de la madurez de la planta.
INTERVALO
O FRECUENCIA DE PASTOREO (ROTACIÓN):
Este parámetro hace referencia al tiempo
transcurrido entre un pastoreo y otro, es decir, es el tiempo de descanso del
potrero y va a depender del ciclo vegetativo del material que se ha
establecido. Lo importante es que el descanso debe permitir la restauración del
índice de área foliar y del sistema radicular para posibilitar una mayor
cobertura del suelo y una mejor competencia con las plantas dañinas (malezas),
por esta razón, el intervalo no debe ser muy corto, pero tampoco puede ser muy
largo, pues en este último el material se espiga, disminuyendo la calidad
nutricional y afectando la vida útil, además, de las ganancias de peso y la
producción de leche de los animales.
DÍAS AL
PRIMER PASTOREO
Dentro de las gramíneas importadas utilizadas
para pastoreo en Colombia se encuentran las Brachiarias y los Panicum Maximum
(Indias o Guineas).
De las brachiarias se manejan cuatro especies
entre las cuales están Brizantha, Decumbens, Ruziziensis y Humidícolas. De cada
una existen uno o más cultivares, los más comunes son:
Brizantha:
cultivar Xaraes, cultivar Marandú y cultivar Piata.
Decumbens:
cultivar Basilisk
Ruziziensis:
cultivar Ruziziensis
Humidícola:
cultivar Llanero o Dictyoneura y Humidícola común
Dentro del género de los Panicum se manejan principalmente
dos cultivares a saber:
Panicum
Maximum Tanzania
Panicum
Maximum Mombaza
Como se observa hay una gran variedad de
materiales que se pueden establecer con semilla, y cada uno tiene diferentes
características, razón por la cual es importante informarse muy bien de cada
especie y así poder efectuar el manejo adecuado para cada una.
Hay que tener en cuenta que no porque sean
del mismo género las características y el manejo deben ser similares, ya que
hay brachiarias de muy buena calidad nutricional como las Brizanthas, pero el
manejo entre cada uno de los cultivares difiere, por ejemplo, una Xaraes es un
material muy precoz teniendo que realizar rotaciones entre 25-30 días, mientras
que en una Marandú es de 45-50 días.
Además de las razones anteriores -las
exigencias en el suelo y otras características-, se debe tener cuidado cuando
se va a mezclar un material con otro, debido a que se puede estar mezclando dos
Brachiarias con diferente manejo, dando como resultado, con el tiempo, el
agotamiento de alguno de los dos materiales.
Normalmente la mayoría de los materiales forrajeros
están listos para el primer pastoreo entre 85-120 días, (puede ser más), lo más
importante es no dejar espigar el material, el número de días dependerá de las características
del mismo y de las condiciones de siembra y climáticas que tenga.
La técnica de esperar a que el pasto se
espigue y produzca semilla para poblar mejor el potrero y luego sí poner a
pastorear los animales, puede acortar la vida útil del pasto, pues la planta
cuando se espiga, está vieja y lignificada. Así los animales la van a quebrar y
tumbar más fácilmente, afectando también las plantas que están a su alrededor, pues se van a ahogar unas con
otras, dejando calvos en el potrero.
Por lo descrito anteriormente, es aconsejable
que el primer pastoreo sea leve y se realice en la etapa de prefloración o de
elongación de los tallos, dependiendo de la zona, del clima y del material (85
- 120 días), introduciendo animales jóvenes para que descopen el forraje. Aproximadamente
a los 30-40 días después, realizar el pastoreo normal con animales adultos.
Siguiendo estas recomendaciones se obtiene
una planta desarrollada y fortalecida preparada para recibir el agresivo efecto
mecánico que hace el animal al pastorear el forraje (Foto 2).
Foto
2: No es necesario dejar semillar el forraje
establecido si este ha sido sembrado correctamente.
Fuente:
Marangatu Sementes
Cuando no se hace este pastoreo leve y se
espera a que la planta ya esté madura para que produzca semilla, no se está
logrando el objetivo de poblar el potrero, ya que la semilla en Colombia no
carga bien y gran parte de la producida es vana. Y no es de afirmar que si se
deja espigar el forraje en el primer pastoreo se va a acabar, sino que en la
medida que se sigan los puntos mencionados en el artículo donde se planteó un
protocolo para el establecimiento de una pradera (revista 366) y se coloque una
densidad de semillas ideal y de buena calidad de acuerdo con las condiciones de
siembra, el número de plantas por metro cuadrado que se va a obtener va a ser
el ideal y así no habrá necesidad de dejar semillar los forrajes en el primer
pastoreo.
Muchos ganaderos, además de dejar semillar las
plantas en el primer pastoreo, lo hacen en la rotación normal, esperando un
repoblamiento del material establecido, pero al permitir la producción de
semillas por parte de estas gramíneas, en cada pastoreo, va a traer como
consecuencia:
Disminución en la calidad nutricional del
forraje:
debido a que los nutrientes de las hojas van a la producción de semillas, además
en la medida que se madura un forraje se aumenta la fibra (lignina), baja la proteína,
baja la palatabilidad y digestibilidad, generando debilidad en las plantas y sobra de pasto al disminuirse el consumo,
dificultando también su manejo.
No hay ahijamiento: al
realizar pocos cortes a lo largo del año por dejar semillar el pasto y no
realizar una “poda” constante en las plantas, se va a producir por tanto disminución
en la formación de hijos, dando como resultado bajo fortalecimiento de las
plantas.
La idea
con estas gramíneas es que con la realización de podas constantes, respetando
sus periodos de rotación, produzcan un buen ahijamiento teniendo como resultado
plantas sanas y vigorosas que van a competir con cualquier maleza.
La semilla no carga bien: Colombia
es un país situado cerca de la línea del Ecuador, donde la latitud es cero (0),
teniendo una luminosidad (fotoperíodo) más
o menos constante a lo largo del año, impidiendo que las semillas
producidas por estas gramíneas carguen bien, teniendo una baja producción de
semillas viables debido a que la mayoría son estériles o con baja germinación.
Por lo anterior: no hay necesidad de dejar
semillar una gramínea forrajera que se destine al pastoreo, si esta es manejada
adecuadamente.
Para finalizar. y con el fin de obtener un
forraje con buena cantidad y calidad, es importante que se tengan en cuenta todas
las pautas de manejo de praderas mencionadas en este artículo para así lograr
una buena rentabilidad de las explotaciones ganaderas, al conseguir una excelente
ganancia de peso y producción de leche, no sólo por animal sino por unidad de
área.
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