viernes, 27 de septiembre de 2013

‘¡No construyamos desiertos!: replanteemos los modelos de producción ganadera’




Por Antonio Arcila A., Administrador de Empresas,
M Sc., Administrador de la finca Oro Hermanos.
José Óscar Sierra P., Zoot. M Sc.


La existencia de seis desiertos en el país hace reflexionar sobre los modelos de producción en la ganadería

La nación que destruye sus suelos se destruye a sí misma (T. Roosevelt 1947)

Hoy existen en Colombia seis desiertos cuyo proceso de formación se  tomó, en la mayoría de ellos, más de quinientos años. Sin embargo, la situación que exhiben la mayoría de las zonas ganaderas, tanto en el trópico alto como en el trópico bajo, hacen pensar que ya no serán necesarios tantos años para seguir creando desiertos en zonas como la altillanura del Caribe, Urabá, altiplanos de Túquerres e Ipiales, Bajo Cauca, Valle del Cauca, entre otros, donde el deterioro de sus suelos, la pérdida de aguas vivas y la profundización de aguas subterráneas es cada vez más preocupante. Pese a esta situación, la indiferencia de los organismos del Estado, que tienen que ver con la conservación de los recursos naturales y medio ambiente, es casi total. Este hecho refleja una visión muy pesimista para la supervivencia de las generaciones futuras.

Desde la conquista se impuso en el territorio nacional el modelo de la agricultura de zona templada que degrada los recursos naturales. Los escritos coloniales hablan de selvas exuberantes con frutales, fauna y alimentos en los hoy desiertos de Villa de Leyva, Candelaria, Tatacoa y Alto Patía. Sus selvas se talaron para construir cercas ganaderas, obtener maderas y energía. El suelo pasó al sistema de agricultura europea y se volvió desierto. La política agrícola y la educación, impulsaron el sistema de zona templada y la nueva revolución agroquímica como paradigma. Las mejores tierras copiaron la agricultura norteamericana con tractores y arados a suelo desnudo, con quemas y uso de agroquímicos. Se impulsó el monocultivo limpio de arvenses, que es un grave error en el medio tropical de alta diversidad vegetal. Las explosiones de insectos plagas se presentaron rápidamente. En pocos años se vio la degradación de los suelos y el fracaso general de la agricultura (Forero 2002).

Muestra clara de estos procesos degradativos la constituyen áreas agrícolas en los departamentos del Cesar, Sucre y Tolima y zonas ganaderas de la Costa Atlántica en los departamentos de Bolívar, Sucre y Córdoba hacia la zona de Tierra Alta, donde el deterioro de los suelos, manifestado por la pérdida de la capa superficial, y de fuentes de agua viva son altamente preocupantes, encontrándose fincas, que durante las épocas secas, acuden al pueblo más cercano para comprar agua de pozos o aljibes para el consumo humano.

Una visión al modelo de producción que maneja la ganadería de carne en el trópico bajo en el país, permite señalar algunas características de los sistemas de explotación predominantes, que han contribuido al enorme daño de los recursos naturales, especialmente el suelo y la abundancia de agua, como son las siguientes:

Uso generalizado de un modelo tradicional de producción, basado en un sistema típicamente extractivo, donde se da muy poca o ninguna importancia a la remineralización de los suelos, hecho que ha significado un agotamiento paulatino de las reservas de nutrientes y una disminución de la fertilidad potencial, como consecuencia de las pérdidas ocurridas a través de la extracción por los pastos y la exportación fuera del sistema a través de la producción animal; además de las pérdidas por lixiviación, lavado, fijación y volatilización.
El contacto permanente de los animales con sus estiércoles frescos y el sobrepastoreo (pastoreo a baja altura) crean condiciones para la infestación permanente de parásitos internos y externos, llevando a la necesidad de usar vermífugos y antiparasiticidas.

El modelo no considera que la reserva de nutrientes del suelo es finita, y que en cualquier momento la cantidad presente de algunos elementos puede llegar a niveles subóptimos para las especies que se han venido cultivando. Un ejemplo claro lo constituye la situación que hoy enfrenta la mayor parte de la altillanura del caribe y otras zonas ganaderas del país, donde los suelos ya han sufrido un proceso de degradación en su fertilidad natural a través del uso continuado en ganadería; proceso que se manifiesta ahora por el cambio de coberturas originales de angleton (Dichanthium aristatum (Poir.) C. E. Hubb.), guinea (Panicum maximum Jacq), climacuna (Dichanthium anulatum (Forsskal) Stapf) y puntero (Hyparrhenia rufa (Nees) Stapf) a coberturas de kikuyina o colosuana (Bothriochloa pertusa (L.) A. Camus) y otras especies nativas de menores requerimientos nutricionales. La pregunta que surge a este respecto es: ¿después de kikuyina y especies nativas qué seguirá?

Este modelo se caracteriza por el uso generalizado de:

a)    El sistema de pastoreo continuo, el cual tiene que utilizar carga animal muy baja y así se facilita la alta selectividad del animal, haciendo que éste dirija su consumo en forma más intensa y frecuente sobre las especies más gustosas, que, generalmente, son las de mejor calidad forrajera en la pastura; así se favorece el crecimiento y desarrollo de arvenses y especies no deseables, lo que necesariamente conlleva a la degradación de la composición botánica, al mantener todo el tiempo las especies más deseables agotadas en sus reservas nutritivas y con baja capacidad de rebrotar, sin darles oportunidad para que se recuperen después de ser cosechadas por el animal, lo que al final ocasiona su desaparición. En otras palabras, es un sistema agotador de las especies forrajeras y favorecedor de las arvenses; y un enmalezador y degradador de la composición botánica de los potreros.

Como consecuencia de lo anterior, este modelo crea condiciones que  hacen necesario el uso de herbicidas para poder contrarrestar la alta agresividad de las arvenses y especies no consumidas por el animal.

El parámetro que mejor expresa la producción en ganadería es la producción por unidad productiva. Esta última en ganadería es la unidad de área, medida esta como hectáreas, cuadras o acres. La producción por unidad de área es el producto de la carga animal por la ganancia diaria promedia.

La baja carga animal que utiliza el pastoreo continuo favorece las ganancias diarias por animal, debido a la alta selectividad que le permite al animal; pero los niveles tan bajos de carga que se utilizan hace que se logre una baja productividad por unidad de área, ocasionando una baja eficiencia en la utilización del forraje producido. Así mismo, permite una baja utilización de la infraestructura instalada (cercas, bebederos, saladeros) por unidad animal. El contacto permanente de los animales con sus estiércoles frescos y el sobrepastoreo (pastoreo a baja altura) crean condiciones para la infestación permanente de parásitos internos y externos, llevando a la necesidad de usar vermifugos y antiparasiticidas. Además es un sistema que hace que las especies forrajeras sean más susceptibles a los ataques de los insectos plagas.

b)    El concepto potrero limpio de malezas, que manejan los dos modelos de producción en el país, tanto en ganadería de leche como de carne, ante el convencimiento de que así la producción y oferta de forraje es más alta; situación que se cumple únicamente durante la época de lluvias, cuando la oferta de forraje nunca es crítica; pero que agrava demasiado la escasez de forraje verde durante la época seca, donde las gramíneas -con su sistema radicular superficial- son incapaces de conservar o producir material verde, como sí lo hacen las especies de sistema radicular más profundo. El concepto de potrero limpio, con sólo gramíneas de raíces superficiales, no permite un eficiente reciclaje de nutrientes, necesario para el mantenimiento de la fertilidad natural del suelo y para la sostenibilidad del ecosistema.

Con la utilización indiscriminada de herbicidas para mantener los potreros limpios de arvenses, se causa la desaparición de las leguminosas nativas y muchas especies indispensables para el equilibrio ecológico del ecosistema. Con el uso del monocultivo de gramíneas se afecta la diversidad de la biota del suelo (lombrices, nemátodos, colémbolos, coleópteros, arácnidos, gusanos,  microorganismos); se hace al sistema más susceptible al ataque de plagas y enfermedades; no se le permite al animal balancear estacionalmente su dieta, ni mantener su salud mediante el consumo de algunas arvenses que son medicinales; no se favorece el ciclo del carbono o proceso de fotosíntesis, especialmente en épocas de baja precipitación y alta temperatura ambiental (verano), donde las gramíneas no pueden crecer; no se favorece tampoco el ciclo del agua al mantener sin vegetación protectora las quebradas, caños, represas y humedales y favorecer la evaporación del agua directamente de los espejos de agua a pleno sol. El potrero limpio ha causado un gran deterioro de los recursos naturales (aguas, suelos, flora, fauna silvestre, biota del suelo).


Con la utilización indiscriminada de herbicidas para mantener los potreros limpios de arvenses, se causa la desaparición de muchas especies indispensables para el equilibrio ecológico del ecosistema.


Los suelos de los potreros limpios son más susceptibles a compactarse superficialmente y a sellarse internamente, debido a la ausencia de plantas de raíces profundas descompactadoras y aireadoras, haciendo necesario el uso de labranza vertical con renovadores o arados de cincel.

c)    Potreros no arborizados y sin cercas vivas. Los árboles son indispensables para la conservación del suelo y para un efectivo ciclo del agua, ya que con sus copas disminuyen el impacto directo de las gotas de lluvia sobre el suelo y con sus raíces a varios metros de profundidad aumentan la porosidad y permeabilidad del suelo, favoreciendo la capacidad de infiltración y retención del agua; aumentando así el almacenamiento  o recarga de aguas subterráneas que alimentan los nacimientos, quebradas y ríos; hacen más fresca la temperatura ambiente a nivel de cobertura de la pastura en las horas más calurosas del día y así disminuyen la evapotranspiración potencial de la cubierta del suelo, haciendo menos severo el déficit hídrico al finalizar la estación de lluvias.

Los árboles son indispensables para mantener una fauna silvestre diversa, necesaria para el equilibrio biológico del ecosistema. Son fuente de alimento para la fauna silvestre, los bovinos y los humanos. Son reguladores del clima, haciendo más favorable la temperatura durante las horas del medio día y disminuyendo los vientos calientes desecadores durante estas mismas horas.

En los potreros sin árboles en el trópico bajo, la temperatura a nivel de la cobertura de la pastura se eleva por encima de los 40ºC entre las 10:30 y las 15:00 horas en días de sol, haciendo que las plantas de la pastura cierren sus estomas y paren su función fotosintética por aproximadamente cuatro horas; esto significa una pérdida aproximada del 50 por ciento del potencial de producción diaria de la pastura durante las horas más importantes del período total de brillo solar que es de ocho horas por día aproximadamente (Forero sin fecha). Además, la ausencia de árboles afecta negativamente el comportamiento productivo del animal en pastoreo, especialmente, durante los períodos de alta temperatura y humedad; en un potrero sin árboles se disminuye la protección y actividad biológica del suelo.


Los suelos de los potreros limpios sin árboles ni plantas, son más susceptibles a compactarse superficialmente y a sellarse internamente, causando un gran deterioro de los recursos naturales (aguas, suelos, flora, fauna silvestre, biota del suelo).

d)    Pastoreo a baja altura. El pastoreo a baja altura no deja suficiente hoja residual a las plantas, para que la recuperación se pueda hacer a base de fotosíntesis desde el mismo momento en que el animal las consume y no a base de reservas nutritivas, que es el otro mecanismo que puede utilizar la planta cuando no se le dejan hojas u órganos de síntesis, pero que significa un período de crecimiento muy lento que dura hasta tanto la planta haya formado hojas suficientes para su función fotosintética normal.
 
El pastoreo a baja altura y frecuente mantiene a las especies forrajeras de la pastura, que son más consumidas, con bajo vigor o fuerza de rebrote, lo que conlleva a la degradación de la composición botánica de la pastura, significando primero la desaparición de las especies de porte alto y erectas, que generalmente son las de mayor rendimiento y de mejor calidad nutritiva, y favoreciendo la invasión de especies de porte bajo, rastreras o estoloníferas, como las gramas y la kikuyina o colosuana (Bothriochloa pertusa (L.) A. Camus) que generalmente son de menor rendimiento y menor calidad. Favorece el enmalezamiento de los potreros a la entrada de lluvias después del verano fuerte, debido a que las especies forrajeras que fueron consumidas por el animal se encuentran agotadas y con bajo vigor o fuerza de rebrote, ante la agresividad de las arvenses y especies no consumidas por el ganado que alcanzaron a dejar una alta reserva de semillas y altas reservas nutritivas almacenadas para facilitar su rebrote al llegar las lluvias. Además, degrada el suelo, ya que al disminuir la cubierta protectora, favorece la erosión laminar, causada por el salpique de las gotas de lluvia y por el lavado del agua superficial que no se alcanza a infiltrar en el mismo.

El pastoreo a baja altura favorece la infestación del ganado por parásitos intestinales, ya que las larvas de éstos se ubican en los primeros centímetros sobre el nivel del suelo, donde las condiciones de sombra y humedad las favorece (Gerrish 2003).

El pastoreo a baja altura no favorece la acumulación de material vegetal muerto (detritus o mantillo) en el suelo, y no favorece, por tanto, el contenido de materia orgánica que es muy importante para el mantenimiento de la actividad biológica y la fertilidad del suelo.

El pastoreo a baja altura favorece el lavado de los suelos, debido a que la baja altura de la cobertura y la baja presencia de detritus no son eficientes para disminuir la velocidad y fuerza de arrastre del agua de escorrentía, permitiendo que ésta arrastre buena cantidad de suelo desprendido por el impacto directo de las gotas de lluvia sobre el suelo descubierto. Igualmente, no favorece el ciclo del agua, ya que al no disminuir la velocidad del agua superficial, hace que ésta no se infiltre o se almacene dentro del suelo subterráneo y se pierda por derrame o escorrentía superficial; el pastoreo a baja altura favorece la evaporación de agua desde el suelo superficial, facilitando el resecamiento temprano de los suelos después de finalizar la temporada de lluvias.

El pastoreo a baja altura afecta negativamente el ciclo del carbono (proceso fotosintético de la pastura), ya que crea o alarga la fase de crecimiento lento, donde la fotosíntesis es muy baja, haciendo también más larga la recuperación de la pastura y reduciendo el rendimiento total y el número de pastoreos por año.

Lo anterior, muestra la necesidad de revisar el modelo actual de manejo tradicional y el concepto de potrero que se viene utilizando en la ganadería del país, donde han sido excluidos, casi en su totalidad, los árboles y las arvenses de raíces profundas en un modelo que sólo quiere ver horizontes de pasto y cielo, a base de potreros limpios formados con una sola especie de pasto (monocultivos) o en algunas situaciones con muy pocas especies de gramíneas exclusivamente.

El medio ecuatorial, caracterizado por la incidencia de la más alta radiación solar, alta precipitación, alta temperatura y alta humedad relativa, requiere del nuevo diseño de un modelo de potrero tropical, donde la presencia de una alta biodiversidad (diversidad de plantas y animales) se constituya en la esencia del ecosistema. La diversidad de plantas abarca la presencia de árboles, gramíneas, leguminosas y arvenses de tipos herbáceas y arbustivas. La diversidad de animales debe incluir peces, pequeños mamíferos, aves, reptiles e insectos.


En un modelo de potrero tropical hay presencia de una alta biodiversidad de plantas y animales. La diversidad de plantas abarca la presencia de árboles, gramíneas, leguminosas y arvenses de tipos herbáceas y arbustivas.

El primer recurso fundamental para definir el tipo de pastura tropical es el suelo, porque el tipo de pasto tiene que estar muy bien adaptado a éste, en la misma forma como el ganado tiene que estar adaptado al tipo de pasto y todo el conjunto ser compatible con el clima.

El segundo elemento fundamental que define la capacidad productiva de una pastura tropical es la disponibilidad de agua. El rendimiento de las especies forrajeras depende mucho de la disponibilidad de agua y ésta depende fundamentalmente de la precipitación, de la permeabilidad del suelo y de su capacidad de almacenamiento. Una vegetación de cobertura densa y sus residuos mejoran la estructura del suelo y, por tanto, incrementan la circulación del aire y del agua en su interior y su capacidad de almacenamiento, necesarios para el metabolismo y la nutrición eficiente de las plantas. En un suelo bien estructurado, las raíces son capaces de explorar un mayor volumen de suelo para captar más agua y nutrientes. Por eso, las plantas se pueden desarrollar mejor y verse menos afectadas por las sequías. Al integrar arvenses de raíces profundas y árboles en el potrero tropical, se incrementará aún más la producción de forraje y el rendimiento global del sistema.

Las plantas absorben agua del suelo y la transpiran a través de sus estomas en presencia de una atmósfera circundante con baja humedad relativa. Cuando el viento dispersa el vapor de agua, secando el aire alrededor de  las plantas, éstas  transpiran mayor cantidad de agua y absorben más agua del suelo y éste se seca en menor tiempo; pero cuando el aire se satura de vapor de agua, las plantas no pueden transpirar más y las pérdidas de agua del suelo se hacen mucho menores.

Datos obtenidos en Brasil (Primavesi 2002) han demostrado que en potreros abiertos, sin presencia de árboles, el viento puede sustraer del ambiente hasta 700 mm de agua al año. Si se plantan arbustos y árboles como protección contra el viento y las brisas, se reduce fuertemente la transpiración y la pérdida de agua en los pastizales. Así se conservaría mayor cantidad de agua disponible en el suelo para el crecimiento de las plantas, especialmente, en épocas de baja precipitación.

De acuerdo con Primavesi 2002, cuando la temperatura de la superficie de los suelos tropicales es mayor a 33°C, las plantas no pueden absorber ni agua ni nutrientes. Las arvenses de raíces profundas y los árboles pueden actuar como reguladores de la humedad ambiental y de la temperatura al extraer agua del subsuelo y al liberarla por transpiración. Es por esto que, por ejemplo, la sombra de los árboles produce una temperatura más fresca que la sombra artificial.

El animal es un ser vivo que necesita estar cómodo para rendir adecuadamente y la sombra de los árboles le ofrece esa comodidad. En Brasil se ha detectado que en la época más fría, a la sombra de los árboles, se cuenta con una temperatura de 3 a 4°C más alta que fuera de la copa del árbol y en épocas de alta temperatura, de 3 a 4°C más baja. Igualmente, que los potreros que cuentan por lo menos con 50 árboles de sombrío por hectárea, permiten un incremento del rendimiento de producción de leche del 15 al 30 por ciento más alto, y aproximadamente 20 por ciento más de producción de carne. Lo que hace que el ganado produzca bien no es sólo la cantidad de alimento o la energía consumida ni la digestibilidad del forraje, también es importante que los animales se sientan cómodos (Primavesi 2002).


El nuevo modelo debe ser un potrero donde todos sus componentes contribuyan de una manera eficaz al equilibrio ecológico del ecosistema y al confort de todos sus componentes, incluyendo el animal. Los postes de cemento y de plástico deben ser remplazados por cercas vivas, construidas por especies de árboles


Todo lo anterior crea la urgente necesidad de revisar el modelo de potrero tropical utilizado hasta ahora en la ganadería del país y que favorece el empobrecimiento y degradación de los diferentes ecosistemas. Si no se controla el modelo, se construirán más desiertos a lo largo de la geografía nacional.

El nuevo modelo debe ser un potrero donde todos sus componentes contribuyan de una manera eficaz al equilibrio ecológico del ecosistema y al confort de todos sus componentes, incluyendo el animal. En este orden de ideas, los postes de cemento y de plástico deben ser remplazados por cercas vivas, construidas por especies de árboles que les permitan a las aves construir sus nidos, a las avispas sus avisperos y a los insectos sus nidos o refugios. Que sean fuentes de frutos y forraje para los diferentes animales, especialmente, en las épocas de escasez.

Este potrero debe ser arborizado en toda su extensión, incluyendo entre 40 a 70 árboles por hectárea, con especies maderables y que produzcan frutos o vainas para los animales, que no cierren totalmente sus copas para que la luz solar alcance el piso debajo de las mismas; por tanto, se deben elegir especies de hojas pequeñas, donde las leguminosas de las subfamilias Mimosoideae guamo (Inga diversifolia Benth.), acacias (Acacia spp), carboneros (Pithecellobium spp), orejero o piñón de oreja (Enterolobium cyclocarpum (Jacq.) Griseb), trupillo o cují negro (Prosopis juliflora (Sw.) D. C.), iguá, cedro amarillo, nauno amarillo (Pseudosamanea guachapele (H.B.K.) Harms.), samán, campano, nauno negro (Samanea saman (Jacq) Cerril.), acacia forrajera (Leucaena leucocephala (Lam.) De Wit), acacia nagra (Acacia decurrens Willd), acacia bracatinga (Albizzia lophanta (Eilld.) Benth.), entre otras,  son las más deseables por su capacidad para fijar nitrógeno y por su aporte como forraje para el ramoneo en las ramas más bajas durante el verano. Se reporta por Mejía (s. f.) que en el trópico llega dos veces la intensidad de luz necesaria para la máxima fotosíntesis, por tanto, la arborización puede interceptar hasta un 50 por ciento de la luz incidente sin afectar los rendimientos de la pastura.

También es importante combinar especies de porte alto, medio y bajo para favorecer todo tipo de avifauna, ya que hay aves que prefieren árboles de copas altas, otras copas medias y otras copas bajas. Desde el punto de vista de ataque de plagas o enfermedades, la combinación de varias especies de árboles es más recomendable que el monocultivo.

La arborización de potreros es un proceso complicado, difícil, lento, y costoso, que debe ser planeado inteligentemente, con el fin de que estos cumplan, con sus copas y raíces, todas sus funciones importantes con respecto del equilibrio ecológico y sostenibilidad del ecosistema. En el modelo de pastura tropical que se propone la cobertura del piso, con su diversidad de especies, debe ser responsable totalmente de la alimentación de los animales durante todo el año; por tanto, no se considera acertado realizar un gran esfuerzo técnico y económico para plantar árboles en el potrero para que los animales se los coman en cada pastoreo, manteniéndolos a baja altura, con lo cual no se obtendrían sus mayores beneficios para la estabilidad del ecosistema. A los árboles se les debe permitir que se desarrollen totalmente para que puedan desempeñar todas sus maravillosas funciones de que los ha dotado la naturaleza; esto no excluye la opción de que los animales puedan consumir el forraje de sus ramas más bajas y de fácil acceso durante el verano.

Para facilitar la introducción de los árboles a los potreros se puede aprovechar la cerca eléctrica, para construir con ella los cerramientos temporales que les brinden protección a los árboles hasta que su copa escape al consumo de los animales. Estas líneas y sus cerramientos internos en los potreros se pueden extender con alambre de menor calibre al utilizado para la cerca del potrero, o utilizar un alambre de menos costo, que podría ser el llamado dulce.

La figura 1 muestra la manera como se puede utilizar temporalmente la cerca eléctrica del potrero, para proteger los árboles durante los dos primeros años después del trasplante.

El arreglo u ordenamiento de los árboles en el potrero más recomendable es el de siembra en triángulo o tresbolillo, con el propósito de lograr también el efecto de barreras rompevientos.

La cobertura de la pastura debe estar formada igualmente por una alta diversidad vegetal, incluyendo gramíneas, leguminosas y arvenses de tipos herbáceos y arbustivas. Se sugiere que esta proporción debe ser 50 por ciento gramíneas, 30 por ciento leguminosas y 20 por ciento de arvenses más 40 a 70 árboles por hectárea.

  



 Figura 1. Modelo propuesto para la arborización de potreros en arreglo tresbolillo, utilizando la cerca eléctrica temporal para la protección de los arbustos sin excluir el pastoreo.

Referencias

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lunes, 16 de septiembre de 2013

Erosión por falta de infiltración de agua en el suelo


*Rolf Derpsch
Agrónomo -consultor internacional

El sistema de siembra directa sobre residuos de rastrojos o abonos verdes es la práctica más eficiente y adecuada para la prevención y el control de este fenómeno.


                                       

La erosión del suelo es causada por agua de lluvia no infiltrada que escurre superficialmente de un campo. Es extraño que muchas veces el proceso de erosión y de la infiltración del agua en el suelo no son bien entendidos por agricultores, así como por técnicos, extensionistas e investigadores.
Fotografías mostrando el impacto de la gota de lluvia sobre una superficie de suelo desnuda e informaciones explicando el mecanismo de la infiltración del agua en el suelo datan de la década de 1940. A pesar de evidencias científicas y empíricas explicando estos procesos, mucha gente todavía cree que el suelo tiene que ser soltado por medio de implementos de preparación del suelo para aumentar la infiltración de agua y reducir el escurrimiento superficial.
Muchas veces, la erosión hídrica y la escorrentía superficial de agua es aceptada como un fenómeno inevitable, asociado a la agricultura en terrenos con pendientes. Sin embargo, la pérdida de suelo y la escorrentía no son fenómenos naturales inevitables. Según Lal (1982), el surgimiento de daños causados por la erosión en áreas cultivadas no es más que un síntoma de que fueron empleados métodos de cultivo inadecuados para determinada área y su ecosistema.

No es la naturaleza (relieve e intensidad de lluvias), sino son los métodos irracionales de cultivo utilizados por el hombre, los responsables por la erosión y sus consecuencias nefastas. El agricultor puede, mediante la utilización de sistemas de cultivo adaptados al lugar, controlar eficazmente la erosión, reducir la escorrentía y aumentar la infiltración de agua en sus campos. El agua que sale del campo en forma de escorrentía queda perdida para las plantas, mientras que el agua infiltrada puede ser utilizada eficientemente por las plantas. Esto es muy importante en climas más secos o donde ocurren períodos sin lluvias con cierta frecuencia.

Las prácticas agrícolas tradicionales utilizadas en muchas partes del mundo, han traído consigo consecuencias negativas en términos de conservación de suelos, del agua y del medio ambiente en general. Esto se debe al uso inadecuado del suelo, al monocultivo y a la utilización de implementos de labranza inadecuados, que dejan el suelo desnudo y lo pulverizan excesivamente, dejándolo en condiciones propicias para ser arrastrado por la lluvia. La utilización de tecnologías inapropiadas, no adaptadas al sitio (relieve, intensidad de las lluvias), tiene como resultado la escorrentía y, consecuentemente, el fenómeno de la erosión y degradación de los suelos. Así, los métodos tradicionales de cultivo tienen como consecuencia la pérdida paulatina de fertilidad de los suelos, hasta tornarlos improductivos.

Además de formar suelos agrícolas improductivos, la erosión de suelos y la escorrentía tienen como consecuencia la deposición de partículas de suelo en lugares indeseados (sedimentación de caminos, de arroyos, ríos, lagos, represas, entre otros) con todas las consecuencias negativas para el mantenimiento de caminos, la generación de energía eléctrica, el suministro de agua potable, las áreas recreativas… resultando en gastos significativos para el Estado y la sociedad como un todo.

La importancia del control de la erosión no se reduce solamente al mantenimiento del potencial productivo y de la fertilidad de los suelos para generaciones futuras, sino también es un medio eficiente para garantizar la continuidad del empleo de mano de obra en el campo, evitando el éxodo rural.

El proceso de la erosión


Figura  1: Impacto de la gota de lluvia sobre el suelo desnudo. Cuando llueve, gotas de hasta 6 mm de diámetro bombardean la superficie del suelo a velocidades de impacto de hasta 32 km por hora. El impacto de la gota lanza partículas de suelo y agua en todas direcciones a una distancia de hasta 1 m. (Fotos tomadas por el USDA en la década de 1940).

La escorrentía y la erosión del suelo se inician con el impacto de gotas de lluvia sobre el suelo desnudo. Suelo salpicado en postes de cercos o murallas en un campo o una parcela de suelo desnudo es evidencia de la fuerza de grandes gotas de lluvia cayendo sobre un suelo desnudo (Harrold, 1972).

Meyer y Mannering (1967) reportaron que las gotas de lluvia que caen durante un año en una hectárea de tierra, ejercen un impacto de energía equivalente a 50 toneladas de dinamita. Esta energía que imprime a las gotas de lluvia, desagrega el suelo en partículas muy pequeñas que obstruyen los poros, provocando una selladura superficial que impide la rápida infiltración del agua (Figura 2).


Figura 2:
Etapas de la erosión hídrica: Por el impacto de la gota de lluvia sobre el suelo desnudo (A), sus agregados son desintegrados en partículas minúsculas (B), que tapan los poros formando una selladura superficial (C), provocando el escurrimiento superficial del agua de lluvia. El agua que escurre carga partículas de suelo que son depositadas en lugares más bajos cuando la velocidad de escurrimiento es reducida (D). (Derpsch, et al., 1991)

Debido al sellamiento, solo una pequeña parte del agua lluvia consigue infiltrarse, pues la mayor parte se escurre superficialmente, perdiéndose para las plantas y causando, al descender por las laderas, daños apreciables por erosión. Por otro lado, cuando el suelo se encuentra cubierto con plantas o residuos de las mismas plantas, la masa vegetal absorbe la energía de las gotas que caen, las cuales se escurren lentamente hasta la superficie del suelo donde infiltran rápidamente, pues la cobertura impide el taponamiento de los poros.

El secado del sellamiento superficial tiene como resultado el encostramiento del suelo, que puede dificultar o hasta impedir la germinación de semillas en los cultivos. El encostramiento del suelo solamente se forma en condiciones de suelo desnudo. Suelos altamente susceptibles al encostramiento no presentan este problema una vez que se utiliza la siembra directa y sistemas de cobertura permanente del suelo.

Por este motivo es importante mantener el suelo cubierto con plantas o residuos de las mismas durante el mayor tiempo posible, evitando dejarlo expuesto a los agentes climáticos. Toda tentativa de controlar la erosión y la escorrentía vía suelo descubierto, o sea enterrando los restos vegetales y manteniendo la superficie del suelo suelta y desnuda, llevará tarde o temprano al fracaso.

Control de la erosión

Por eso, el sistema de siembra directa sobre residuos de rastrojos o abonos verdes es la práctica más eficiente y adecuada para la prevención y el control de la erosión y deberá ser la tecnología por excelencia la que se debe procurar, promover y difundir en todo el mundo.

No labrar el suelo utilizando la Siembra Directa con rotación de cultivos y con el uso de abonos verdes, además de no quemar los residuos de cultivos, son las prácticas más importantes de que dispone el agricultor para obtener una cobertura permanente del suelo durante todo el año.

La agricultura de conservación, utilizando el sistema de siembra directa, ofrece actualmente el planteamiento más efectivo de métodos financiables para combatir la erosión del suelo y así conseguir una agricultura sustentable.

El sistema de Siembra Directa parece ser esencial para mantener la estructura y la productividad de muchos suelos tropicales. Las ganancias que se conseguirán a largo plazo mediante la conversión al sistema de Siembra Directa, podrán ser mayores que con cualquier otra innovación agrícola en los países en desarrollo. (Warren, 1981)

Mientras que muchas de las ventajas del sistema de Siembra Directa provienen de la cobertura permanente del suelo con residuos de plantas, hay también algunas ventajas que provienen de no labrar el suelo. La labranza destruye el sistema de poros verticales creados por las raíces de las plantas, por las lombrices y otros animales del suelo, destruye la estructura del suelo, acelera la mineralización (disminución) de la materia orgánica y reduce la estabilidad de agregados.

Se espera que campos que estén durante muchos años bajo el sistema de siembra directa aumenten aún más la infiltración de agua, a medida que la cantidad de poros verticales y el contenido de materia orgánica aumentan. Así, este tipo de siembra, con abundante cobertura del suelo, contribuye para la recomposición natural de la estructura y porosidad del suelo, como también protege el suelo del impacto directo de las gotas de lluvia.

Fuera de aumentar la infiltración de agua y controlar la erosión, la cobertura del suelo influye en reducir la temperatura del suelo, así como la evaporación de agua, aumentar la cantidad de agua disponible para las plantas, la actividad biológica y la vida del suelo, contribuyendo a reducir la compactación del suelo y el encostramiento superficial, con efectos positivos sobre las características químicas, físicas y biológicas del suelo.

Todo lo anterior redunda en ventajas para el agricultor y lleva a producciones más altas de los cultivos. Para concluir se puede decir que la cobertura permanente del suelo es esencial para obtener la sustentabilidad agrícola.

  • Derpsch, R., Roth, C.H., Sidiras, N. & Köpke, U., 1991: Controle da erosão no Paraná, Brasil: Sistemas de cobertura do solo, plantio direto e preparo conservacionista do solo. Sonderpublikation der GTZ, No. 245 Deutsche Gesellschaft für Technische Zusammenarbeit (GTZ) GmbH, Eschborn, TZ-Verlagsgesellschaft mbH, Rossdorf, 272 pp.
  • Harrold, L.L., 1972: Soil erosion by water as affected by reduced tillage systems. Proceedings No-tillage Systems Symp. Feb. 21 - 22, 1972, Ohio State University, 21 - 29
  • Lal, R., 1982: Management of clay soils for erosion control. Tropical Agric., 59 (2), 133 - 138.
  • Merrill, S.D., Krupinsky, J.M., Tanaka, D.L., 2002: Soil coverage by residue in diverse crop sequences under No-till. USDA-ARS. Poster presented at the 2002 Annual Meeting of ASA-CSSA-SSSA, November 10-14, Indianapolis, IN.
  • Meyer L. L. & Mannering, J. V., 1967: Tillage and land modification for water erosion control. Amer. Soc. Agric. Eng. Tillage for Greater Crop Production Conference. Proc. Dec. 11 - 12, 1967, 58 - 62.
  • Ochse, J.J., Soule Jr., M.J, Dijkman, M.J., & Wehlburg, N.C., 1961: Tropical and Subtropical Agriculture, Vol. 1. The Macmillan Company, New York, London, 760 p.
  • Roth, C.H., 1985: Infiltrabilität von Latossolo-Roxo-Böden in Nordparaná, Brasilien, in Feldversuchen zur Erosionskontrolle mit verschiedenen Bodenbearbeitungs-systemen und Rotationen. Göttinger Bodenkundliche Berichte, 83, 1 -104.
Warren, C. F., 1981: Technology Transfer in No-tillage Crop Production in Third World Agriculture. Proc. Symp. August 6 - 7, 1981, Monrovia, Liberia. West African and International Weed Science Societies. International Plant Protection Center, Oregon State University, Corvallis, OR 97331 USA. IPCC document 46-B-83. 25 - 31.
*De nacionalidad chilena - alemana. Trabajó desde 1966 hasta 2001 para la Agencia Alemana de Cooperación Técnica, GTZ  

jueves, 12 de septiembre de 2013

Ganadería y ambiente: reto de integración para la sustentabilidad

  



Julio César Pulido Puerto*
Jefe de Planeación del Jardín Botánico de Bogotá


Desde la década de los setenta, en el siglo pasado, el concepto de sustentabilidad ha tomado un lugar preponderante entre los objetivos de los Estados y los sectores productivos; hoy resulta casi impensable dirigirnos hacia los ciudadanos y ciudadanas, clientes, proveedores, electores o socios sin involucrar los temas ambientales.

Esta creciente preocupación por frenar los impactos va de la mano con el fortalecimiento de nuestro compromiso con el mejoramiento del ambiente, de tal forma que podamos brindarles a las futuras generaciones una promesa de calidad de vida salvaguardando su patrimonio ambiental.

Garantizar la anhelada sustentabilidad es asunto de todos y cada uno de nosotros y, especialmente, de los sectores productivos por el gran efecto multiplicador que hay tras cada una de sus acciones. Las estrategias que se desarrollen deben dar cuenta de la integración entre la conservación del ambiente y el desarrollo mismo en términos productivos de los sectores con el propósito de que las acciones sean concretas, medibles y posibles.

La ganadería es uno de estos sectores, con grandes retos y oportunidades. Para todos es sabido que en conjunto con la agricultura ha sido un hito en la historia de las civilizaciones; simboliza el paso de la economía de recolección de nuestros antepasados nómadas a una economía productiva, es la puerta de entrada a la planeación del territorio en forma consiente por parte del hombre con fines de abastecimiento, consumo y comercialización, por tal motivo, la expectativa que se genera en torno de los cambios que debe liderar son de dimensiones históricas.

Dentro de los principales problemas por resolver, que se deben convertir en oportunidades, se encuentra la generación de gases efecto invernadero. No es extraño ver los estudios que muestran cifras donde la generación es mayor que la del sector transporte medidos en equivalencia de CO2; entre estos gases se encuentra el óxido nitroso proveniente del estiércol, gas metano, producido por la digestión y el amoniaco; y la afectaciones sobre la oferta de los suelos derivada de la potrerización, que conlleva la tala de los bosques y los daños asociados a los terrenos en términos de sobrepastoreo, compactación, erosión y contaminación de las aguas.

El reto de integrar protección ambiental y ganadería pasa por el reconocimiento de sus impactos negativos al ambiente, pero también por reconocer la importancia de un sector que se estima es el de mayor crecimiento de las actividades agrícolas, del cual  subsisten  alrededor de 1.300 millones de personas y constituye alrededor del 40 por ciento de la producción agrícola mundial.

La articulación de una estrategia de sustentabilidad de la actividad, debe conjugar al menos tres aspectos fundamentales: la calidad ambiental, la mitigación de la pobreza y el desarrollo territorial. Estas acciones se concretizan en frenar el uso de los bosques naturales para las labores de la ganadería, uso sostenible de los recursos naturales, articular estrategias de conservación de la biodiversidad, garantizar la conectividad ecosistémica de las zonas de influencia directa, establecer mecanismos de pago por servicios ambientales, inclusión social en el desarrollo productivo del sector y articulación con actividades complementarias que generen valor agregado a las estrategias de conservación.

Estas acciones deben ser parte de una política decidida para el desarrollo de modelos  silvopastoriles que involucre un manejo de suelos más sostenible en términos técnicos mediante el incremento de su potencial productivo a través de la inclusión y combinación de cultivos (herbáceos y/o forrajeros), especies arbóreas / forestales y animales. Todo esto complementado con el desarrollo de buenas prácticas compatibles con el medio ambiente y con las culturales de las poblaciones locales, generando una interacción ambiental, económica y cultural beneficiosa para el territorio.


En relación con las emisiones de gases efecto invernadero, la ganadería tiene hoy compromisos con la mitigación del cambio climático, existen los mecanismos para el desarrollo de proyectos de captura de carbono que permitan ingresos importantes por la protección de bosques ampliando el portafolio de servicios del sector.

El desarrollo sustentable del sector está, hoy más que nunca, de la mano con el fortalecimiento mismo de la actividad y tiene la posibilidad de ser facto generador de cambios, tan profundos para el modelo económico como los que se generaron el día que el hombre aprendió a domesticar los animales, cambios que integran la protección del ambiente como un valor mismo de las prácticas productivas.

 * Ing Químico CMg Medio Ambiente y Desarrollo con énfasis en gestión ambiental




viernes, 6 de septiembre de 2013

Prácticas recomendaciones para un adecuado manejo de praderas de clima cálido




Por Raúl Rojas Cortés
Zootecnista U.N.
Gerente Técnico de Forrajes.
Compañía Agroindustrial de Semillas.
  
En anteriores artículos se han tratado los temas referentes al establecimiento de una pradera y calidad de semillas con el propósito de lograr el éxito de la siembra. Una vez realizado el establecimiento, se debe seguir manejando el forraje como un cultivo para lograr el objetivo principal de este, que es el de obtener la máxima rentabilidad de la explotación ganadera. Para esto, se debe contar con un alto volumen de forraje de excelente calidad y una buena duración a través del tiempo. Por tanto, en este artículo se mencionarán algunas pautas de manejo dirigidas a maximizar la producción forrajera.


Análisis de la finca y selección adecuada del forraje

Antes de hablar de las pautas de manejo hay que tener en cuenta cuáles son las principales causas de degradación de praderas en Colombia y entender que estas afectan notablemente la rentabilidad de las explotaciones ganaderas cuando presentan disminución en el número de plantas forrajeras establecidas y un aumento en las plantas no deseadas (arvenses o malezas).
A continuación se describen algunos de los factores que generan reducción en la producción forrajera tanto en cantidad como en calidad, y que afectan los parámetros zootécnicos de la finca como las ganancias diarias de peso o la producción de leche de los animales:

Escogencia errada del material forrajero.

Malas prácticas del pastoreo (alta carga  animal,  subpastoreo, sobrepastoreo).

Invasión por  plantas dañinas  o malezas.

Falta  o inadecuada  fertilización.

Compactación del suelo: baja infiltración del agua.

Ataque  de  insectos  plaga.

Para evitar estos procesos de degradación en las praderas se debe hacer uso adecuado de las mismas, analizando cada uno de los factores mencionados anteriormente y entendiendo en primer lugar que “el pasto maravilla no existe”, que todos los pastos funcionan dependiendo de las características de la finca y el uso que se le vaya a dar al mismo.

Por esta razón el mejor pasto es aquel que se adapta a las condiciones tanto de la finca como del tipo de explotación que se va a realizar, por eso no se debe  escoger el material forrajero porque está de moda,  porque en otras ganaderías lo han usado con buenos resultados o porque nutricionalmente es el de mejor calidad. Cuando se va a realizar la escogencia del material forrajero es importante tener en cuenta los siguientes ítems en la finca:

Ubicación y topografía.

Tipos de suelos.

Índice  de  pluviosidad en la zona.

Existencia de riego.

Características del terreno (seco o húmedo).

Temperatura de la finca.

Propósito de la explotación.

Tipos  de  forraje  existentes.

Además de lo anterior hay que informarse acerca de las características de manejo del material escogido, establecer el uso que se le va a dar (corte o pastoreo), conocer el potencial  de producción y,  finalmente, verificar la  calidad  nutricional, esto con el propósito de establecer si es necesario realizar suplementación con algún tipo de sal mineralizada específica o con suplementos proteicos o  energéticos.
  
FACTORES EN LA PRODUCCIÓN DE LAS PLANTAS  FORRAJERAS

Son muchos los factores implicados en la producción de las plantas forrajeras,  entre los más importantes tenemos: humedad  del suelo, capacidad fotosintética de las hojas, luz  solar, nivel de fertilidad  del  suelo, estructura de la planta, etapas  de crecimiento, distribución de la producción del forraje a lo largo del año, efecto  sobre la carga  animal, altura del forraje para la entrada y salida de los animales, edad del primer pastoreo, periodo de rotación, e intensidad del pastoreo. A continuación se profundizará en algunos de estos.  

Estructura de las plantas

Para empezar, es necesario recalcar la importancia de la intensidad del pastoreo debido a que dependiendo de la altura, va a afectar la estructura de la planta y además porque de este depende el crecimiento de las plantas después del consumo de forraje por parte de los animales.


 Figura 1: Estructura de una gramínea
Fuente: Marangatu Sementes

Generalmente, las gramíneas tienen una estructura muy similar como se observa en la figura anterior (Figura 1), y cada una de sus partes es fundamental, pero el punto más importante en pastoreo es el meristema apical porque este es el responsable del crecimiento vegetativo de las plantas. En la medida que los animales consuman este punto, la recuperación del material va a ser muy lenta y se va a necesitar de mucho tiempo porque es prácticamente como si la planta volviera a nacer, ya que tiene que volver a formar su meristema apical y reanudar la producción de tejidos de hojas, pero como los animales tienen que entrar de nuevo a los 30-50 días (dependiendo del forraje y la rotación), no va a tener el tiempo suficiente para recuperarse, produciendo un agotamiento en la planta que dificulta la competencia con las malezas. Si pasa esto, los potreros son invadidos fácilmente por estas arvenses y se acorta la vida útil del material establecido.     

Dependiendo de la gramínea el Meristema Apical  se encuentra situado a diferente altura (Foto 1).
Foto 1: La altura del punto de crecimiento difiere dependiendo del material.Fuente: Marangatu Sementes 

Como se observa en la foto no es lo mismo la intensidad del pastoreo que se le debe realizar a una brachiaria que a una guinea y por esta razón se debe conocer la altura de corte ideal tanto para la entrada como para la salida de los animales que difiere entre los diferentes materiales forrajeros usados en la ganadería.

INTENSIDAD DEL PASTOREO: este es el grado de defoliación de la pastura por parte de los animales, o bien, es la altura de pastoreo o corte (remanente) que realizan los animales en pastoreo. Este parámetro incide en la producción forrajera ya que en la medida que se hace un sobre o subpastoreo se va  a afectar el desarrollo del material.

ETAPAS DE CRECIMIENTO
Este es otro factor imprescindible en el manejo de un forraje, pues a pesar de que las etapas de vida en las gramíneas son similares, la duración de cada una difiere, afectando los periodos de rotación, por esto se debe tener la información del ciclo de vida del forraje que se va a establecer para así ajustar la rotación en la finca y de esta manera no afectar la vida útil del pasto.    




Son muchos los factores implicados en la producción de las plantas forrajeras,  entre los más importantes tenemos: humedad  del suelo, capacidad fotosintética de las hojas, luz  solar, nivel de fertilidad  del  suelo, estructura de la planta
Figura 1: Etapas de crecimiento de una gramínea
Fuente: Marangatu Sementes

Estados de la planta:   son dos periodos:

Estado Vegetativo: en este hay producción de hojas y se origina el ahijamiento de la planta.

Estado Reproductivo: este, a su vez, tiene varias etapas:

·         Elongación del tallo o prefloración: en esta etapa los tallos se engrosan y se inicia la formación de la inflorescencia, este es el momento ideal para que los animales puedan pastorear la gramínea, ya que la calidad nutricional es alta.
·         Inflorescencia: en esta etapa ya hay producción de espigas y es demasiado tarde para pastorear, pues se comienza a disminuir la calidad nutricional.
·         Floración completa: aquí hay surgimiento de semillas y es el final de la madurez de la planta.


INTERVALO O FRECUENCIA DE PASTOREO (ROTACIÓN):

Este parámetro hace referencia al tiempo transcurrido entre un pastoreo y otro, es decir, es el tiempo de descanso del potrero y va a depender del ciclo vegetativo del material que se ha establecido. Lo importante es que el descanso debe permitir la restauración del índice de área foliar y del sistema radicular para posibilitar una mayor cobertura del suelo y una mejor competencia con las plantas dañinas (malezas), por esta razón, el intervalo no debe ser muy corto, pero tampoco puede ser muy largo, pues en este último el material se espiga, disminuyendo la calidad nutricional y afectando la vida útil, además, de las ganancias de peso y la producción de leche de los animales.

 DÍAS AL PRIMER PASTOREO

Dentro de las gramíneas importadas utilizadas para pastoreo en Colombia se encuentran las Brachiarias y los Panicum Maximum (Indias o Guineas).

De las brachiarias se manejan cuatro especies entre las cuales están Brizantha, Decumbens, Ruziziensis y Humidícolas. De cada una existen uno o más cultivares, los más comunes son:

Brizantha: cultivar Xaraes, cultivar Marandú y cultivar Piata.
Decumbens: cultivar Basilisk
Ruziziensis: cultivar Ruziziensis
Humidícola: cultivar Llanero o Dictyoneura y Humidícola común
 
Dentro del género de los Panicum se manejan principalmente dos cultivares a saber:

Panicum Maximum Tanzania
Panicum Maximum Mombaza

Como se observa hay una gran variedad de materiales que se pueden establecer con semilla, y cada uno tiene diferentes características, razón por la cual es importante informarse muy bien de cada especie y así poder efectuar el manejo adecuado para cada una.

Hay que tener en cuenta que no porque sean del mismo género las características y el manejo deben ser similares, ya que hay brachiarias de muy buena calidad nutricional como las Brizanthas, pero el manejo entre cada uno de los cultivares difiere, por ejemplo, una Xaraes es un material muy precoz teniendo que realizar rotaciones entre 25-30 días, mientras que en una Marandú es de 45-50 días.

Además de las razones anteriores -las exigencias en el suelo y otras características-, se debe tener cuidado cuando se va a mezclar un material con otro, debido a que se puede estar mezclando dos Brachiarias con diferente manejo, dando como resultado, con el tiempo, el agotamiento de alguno de los dos materiales.

Normalmente la mayoría de los materiales forrajeros están listos para el primer pastoreo entre 85-120 días, (puede ser más), lo más importante es no dejar espigar el material, el número de días dependerá de las características del mismo y de las condiciones de siembra y climáticas que tenga.

La técnica de esperar a que el pasto se espigue y produzca semilla para poblar mejor el potrero y luego sí poner a pastorear los animales, puede acortar la vida útil del pasto, pues la planta cuando se espiga, está vieja y lignificada. Así los animales la van a quebrar y tumbar más fácilmente, afectando también las plantas que están  a su alrededor, pues se van a ahogar unas con otras, dejando calvos en el potrero.

Por lo descrito anteriormente, es aconsejable que el primer pastoreo sea leve y se realice en la etapa de prefloración o de elongación de los tallos, dependiendo de la zona, del clima y del material (85 - 120 días), introduciendo animales jóvenes para que descopen el forraje. Aproximadamente a los 30-40 días después, realizar el pastoreo normal con animales adultos.

Siguiendo estas recomendaciones se obtiene una planta desarrollada y fortalecida preparada para recibir el agresivo efecto mecánico que hace el animal al pastorear el forraje (Foto 2). 


Foto 2: No es necesario dejar semillar el forraje establecido si este ha sido sembrado correctamente.
Fuente: Marangatu Sementes


Cuando no se hace este pastoreo leve y se espera a que la planta ya esté madura para que produzca semilla, no se está logrando el objetivo de poblar el potrero, ya que la semilla en Colombia no carga bien y gran parte de la producida es vana. Y no es de afirmar que si se deja espigar el forraje en el primer pastoreo se va a acabar, sino que en la medida que se sigan los puntos mencionados en el artículo donde se planteó un protocolo para el establecimiento de una pradera (revista 366) y se coloque una densidad de semillas ideal y de buena calidad de acuerdo con las condiciones de siembra, el número de plantas por metro cuadrado que se va a obtener va a ser el ideal y así no habrá necesidad de dejar semillar los forrajes en el primer pastoreo.

Muchos ganaderos, además de dejar semillar las plantas en el primer pastoreo, lo hacen en la rotación normal, esperando un repoblamiento del material establecido, pero al permitir la producción de semillas por parte de estas gramíneas, en cada pastoreo, va a traer como consecuencia:

Disminución en la calidad nutricional del forraje: debido a que los nutrientes de las hojas van a la producción de semillas, además en la medida que se madura un forraje se aumenta la fibra (lignina), baja la proteína, baja la palatabilidad y digestibilidad, generando debilidad en las plantas y  sobra de pasto al disminuirse el consumo, dificultando también su manejo.

No hay ahijamiento: al realizar pocos cortes a lo largo del año por dejar semillar el pasto y no realizar una “poda” constante en las plantas, se va a producir por tanto disminución en la formación de hijos, dando como resultado bajo fortalecimiento de las plantas.

La idea con estas gramíneas es que con la realización de podas constantes, respetando sus periodos de rotación, produzcan un buen ahijamiento teniendo como resultado plantas sanas y vigorosas que van a competir con cualquier maleza.

La semilla no carga bien: Colombia es un país situado cerca de la línea del Ecuador, donde la latitud es cero (0), teniendo una luminosidad (fotoperíodo) más  o menos constante a lo largo del año, impidiendo que las semillas producidas por estas gramíneas carguen bien, teniendo una baja producción de semillas viables debido a que la mayoría son estériles o con baja germinación.

Por lo anterior: no hay necesidad de dejar semillar una gramínea forrajera que se destine al pastoreo, si esta es manejada adecuadamente.


Para finalizar. y con el fin de obtener un forraje con buena cantidad y calidad, es importante que se tengan en cuenta todas las pautas de manejo de praderas mencionadas en este artículo para así lograr una buena rentabilidad de las explotaciones ganaderas, al conseguir una excelente ganancia de peso y producción de leche, no sólo por animal sino por unidad de área.